Hace tan solo tres meses que soy conductor de un vehículo 100% eléctrico. Prefiero no citar marca ni modelo. No es de alta gama, pero tampoco es de los pequeños, los urbanos, sino para cualquier tipo de viaje. Su batería es de 75 Kwh, lo que se traduce en una autonomía ideal de 400 km. Tamaño más que suficiente para cualquier trayecto que quiera hacer en Tenerife, la isla en la que vivo.

En los 20 años que llevo conduciendo, jamás me había interesado por los coches. Siempre he comprado vehículos usados y me ha dado igual la potencia, más bien he buscado que consumieran poco (y que fueran baratos). Nunca he sido un gran conductor, en el sentido de sacarle partido al coche. Es decir, nunca he sido un fan del automovilismo. En cambio, con un vehículo eléctrico, que es automático, con gran cantidad de software embebido que me da mucha asistencia en carretera, de repente, me encanta conducir. Conducir mi coche eléctrico se ha convertido en un placer. Muy sorprendente, ¡incluso estoy lavando mi coche a mano y guardándolo a la sombra! Es una gozada conducirlo, super sencillo, y me fascina cómo me ayuda en carretera, las indicaciones que me hace, las correcciones del volante para mantener el coche centrado en el carril y mil cosas más. El hecho de que no hace absolutamente nada de ruido, hace que parezca que vaya en una nave espacial, como flotando. De hecho, cuando me subo a uno de combustión, me siento extraño, parece que aquello hace mucho ruido y que algo va a estallar.

Me estoy acostumbrando extremadamente rápido al eléctrico. De hecho, cuando conduzco uno de gasolina, manual, se me cala alguna vez, porque olvido embragar. Con el eléctrico, alguna vez me pasa que hago el amago de embragar, al llegar a un stop (cada vez menos). Al principio, tenía que estar muy concentrado para dejar el pie izquierdo quieto, para no meter un frenazo, confundiendo freno con embrague (no hay embrague). En realidad me estoy acostumbrando mentalmente a conducir los dos, mi mentalidad cambia según me subo a uno o al otro. Sin problema. Igual que cuando cambio entre teclado inglés y español en el teclado, el cerebro es capaz de aprender con las dos variantes.

Una de las características que más impresiona del vehículo eléctrico, es la inmediatez de su respuesta. Si voy a 20 km/h y piso el acelerador a fondo, la espalda se pega al asiento como si fuera a despegar en un avión. Es absolutamente instantáneo, nada que ver con los vehículos de gasolina modernos, donde el turbo tarda unos instantes en entrar. Esto da una sensación de potencia, de alta capacidad de reacción. No es algo que use mucho, nunca me ha gustado ir disparado con el coche. La salida es tan espectacularmente rápida, que hacerlo en ciudad puede causar un atropello, una colisión… hay que usarlo de manera responsable. Eso sí, da una seguridad bárbara para salir de un stop, un seda al paso o para adelantar. Otro motivo para no abusar de los acelerones, es que seguramente no sea lo mejor para la batería (la descarga más rápido, por lo que me imagino que se calentará más). La verdad, es que el coche tira como un cohete espacial.

Este vehículo y todos los que están saliendo ahora, tienen un modo de conducción que recarga la batería (recharging brake), que se utiliza como sustitución del pedal de freno, en frenadas largas. Lo que hace es que el motor retiene, muy parecido a meter una marcha corta en un coche tradicional. Al retener, las energía cinética de las ruedas se traduce en energía para la batería. Ahorras freno y cargas el coche. Por ejemplo, en el tramo de La Laguna a Santa Cruz, no tengo que tocar el freno ni una vez, y la batería se regenera en un 2-3%, aproximadamente. En los carriles de deceleración de la autovía o en las bajadas pronunciadas, uso este modo. En ciudad, es comodísimo, porque no tocas freno, conduces con un solo pedal (single pedal driving). El otro modo de conducción, el “normal”, también recupera batería en bajada, ya que el coche lee las señales de velocidad de la carretera, y, automáticamente, intenta mantener la velocidad constante, usando la retención del motor para reducir la velocidad y cargar batería. Es una fantasía.

Si voy por la autovía, se mete un coche delate y yo no estoy pisando el acelerador, entonces el mío reduce la velocidad, automáticamente, para mantener la distancia de seguridad con él, y lo hace con el frenado de recarga de batería. Si estoy acelerando, el coche respeta mi decisión y acelera. La frenada automática ocurre si tengo el acelerador levantado. La experiencia de conducción es extraordinaria, porque sientes que el control y las decisiones las tomas tú, pero si te relajas y levantas el pie, el coche respeta los límites de velocidad y las distancias con los demás. Me he acostumbrado tanto a esto, que cuando conduzco uno de gasolina, me quedo esperando a que el coche auto-frene. Me “frustra” y me sorprende, tenerlo que hacer yo. Con el eléctrico, solo tengo que tocar el pedal de freno en maniobras bruscas o repentinas. Cuando veo que voy a llegar a un atasco, pongo el modo de recuperación de batería para ir frenando. Conducir se ha convertido en un juego, prestando más atención a la inercia, para ganar en batería (es como gamificación conduciendo).

Estar en un atasco no se me hace tan pesado, ya que el coche es totalmente silencioso, no consume nada de batería, y puedo disfrutar de música o podcasts. Aún me sigue resultando raro que no haga ruido al arrancar o parar.

El vehículo viene con una tarjeta SIM integrada, que le permite conectarse a internet. Luego, tiene una app para el smartphone que me permite conectarme al mismo, y consultar el estado de la batería. Es útil para recordar cuánta batería le queda, o cómo va el proceso de carga (si lo estoy cargando), o para confirmar que lo he dejado bien cerrado. El sistema de conducción Car-X, envía y recibe información sobre atascos y problemas en carretera. El GPS y el mapa está siempre presente en la conducción y el propio vehículo señala estaciones de carga próximas si llegas al 20% de batería; te calcula a cuáles puedes llegar. Me encanta ver toda la información en tiempo real en las dos pantallas que tiene, tal como el consumo de batería, el título del podcast o canción, el mapa, la climatización…
En la noche, es especialmente bonito, tiene luces led a las que le puedes cambiar el color y crear diferentes ambientes dentro del habitáculo. Detecta automáticamente cuando me subo y me bajo del asiento del conductor, conectando o desconectando el móvil, el sistema Car Play. Dentro, es muy espacioso, al no tener transmisión, hay mucho espacio útil tanto dentro como en el maletero.
El gran peso del coche hace que me sienta muy seguro en carretera y que no se note la velocidad, si bien es cierto que yo no suelo pasar de 120 km/h, pero si me despisto, me pongo en 150 km/h sin darme cuenta. Esto también pasa con cualquier coche de gasolina que sea pesado.

Ahora me estoy familiarizando con el significado de Kwh, autonomía, carga, etc. Este vehículo tiene tres tipos de carga. La lenta, sería enchufarlo a cualquier enchufe normal de una casa, y que carga a una velocidad aproximada de 2 Kwh. Esto implicaría que, para cargar el coche, de 0% a 100%, necesitaría más de 20 horas. En la realidad, para cuidar de la batería, es conveniente mantenerlo entre el 20% y el 85% de carga. Este tiene la posibilidad de programarlo para que deje de cargar al 80%. Así que lo puedo enchufar y marcharme sin más. Los cargadores domésticos, van desde 3 Kwh hasta 11 Kwh, con lo cual, para cargar del 20% al 80%, tardo entre 9 y 3 horas, respectivamente (aproximadamente, para una batería de 75 kwh). Luego, en la calle empieza a haber cargadores de 11 Kwh y 22 Kwh, que ya hacen que pueda cargar ese 60% de batería en 3 horas (para 11 Kwh) o en 1.5-2 horas (22 Kwh). Todo esto son cargadores que suministran corriente alterna.
También hay empresas como Endesa o Iberdrola que están instalando cargadores de 50 Kwh (de pago). Estos suministran corriente continua a la batería, lo que hace que se caliente más, lo cual es peor para la vida de la batería. Hasta donde yo sé, en Tenerife no hay supercargadores, que serían de más de 50 Kwh, pero no los necesito (cargarían mi batería en 15 minutos). Los supercargadores calientan mucho la batería, con lo cual se deteriora antes. Para cuidar la batería es preferible menos potencia. La vida de la batería se ve afectada por el frío extremo (nieve) y por el calor extremo (desierto), con lo cual en Canarias tenemos un clima ideal para que cuidar de la batería. Los supercargadores tienen sentido cuando necesitas hacer un viaje de 1000km y no quieres hacer varias paradas de 2 o 3 horas, es decir, para ir de Cádiz a París, pues está genial.

¿Cuánto dinero cuesta cargarlo? En mi caso, he apostado por instalar placas solares, para cargar el vehículo con energía verde. Por el momento está resultando incómodo, porque instalé 11 paneles de 550 w, que deberían generarme un máximo de 6 kw. Sin embargo, la realidad es que en las 5 horas más fuertes de sol, con cielo despejado, y en verano, genera una potencia máxima de 4 kw (con algún pico de 5 kw que dura menos de una hora). En total, en verano, vienen generando unos 25 kw cada día. Para cargar el coche, del 20% al 80%, son unos 40 kw, así que con las placas que tengo, no lo puedo cargar plenamente con energía solar, en un solo día. Requiere que lo cargue también en horas de la noche, o que lo cargue en dos días. Si no voy a moverlo en dos días, lo hago así, lo cargo con sol durante dos días, aprovechando las horas de más sol. Quiero estudiar cómo podemos mejorar la eficiencia del sistema de casa y si podemos sumarle un aerogenerador para conseguir cargar el coche en 4 o 5 horas. Como trabajo desde casa, puedo permitirme cargar el coche así. Me consta que ahora hay compañías eléctricas ofreciendo tarifas muy baratas para cargar el coche en la noche, pero entiendo que eso es mayormente energía fósil. En los cargadores que hay en la calle o en parkings, ahora mismo, los cargadores de pago de Endesa, cuestan 0.31 €/kw. Con Iberdrola son unos 0.21 €/kw. Es decir, me cuesta 10€ hacer unos 200 km. Es un precio algo inferior a lo que me cuesta recorrer esa distancia en un coche de gasolina moderno (en Canarias la gasolina es algo menos cara porque no lleva IVA).
Si lo cargase en casa, sin usar paneles solares, solo con la corriente que me suministra la compañía eléctrica, los 75 Kwh me costarían algo menos de 30 €. Es decir, unos 30 € para recorrer menos de 400 km. Algo más económico que poner gasolina. Aunque mi compañía eléctrica apuesta fuerte por la energía verde, en mi zona no se puede garantizar que el 100% lo sea, con lo cual, estaría usando energía fósil para cargar el coche. Mi motivación para saltar al coche eléctrico es reducir la huella de carbono, por tanto, tener placas solares es la única manera. Ahora mismo, si todo el mundo tuviera coche eléctrico, quizá no seríamos capaces de poderlos cargar todos, tirando de la red eléctrica, no sé si lo aguantaría. No todo el mundo tiene garaje para cargar el coche en casa, lo cual es fundamental para vivir sin preocupaciones. Si tienes que depender de puntos de carga de la calle, no vas a disfrutar del coche. Diría que es imprescindible poderlo cargar en casa.

Tengo entendido, que, legalmente, las comunidades no se pueden negar a que instales un punto de carga en el garaje, igual que no se pueden negar a poner placas solares en la azotea. Ahora bien, en un edificio con 10 o mas vecinos que tuvieran vehículo eléctrico, sería imposible que mas de dos o tres vecinos cargasen su vehículo, a la vez, con placas solares. Es decir, incluso aunque cada placa solar tuviese 700w de potencia, la superficie del edificio no daría para estar suministrando electricidad a varios vehículos, a una velocidad de carga decente. Eso, suponiendo que lo cargan por el día, ya que si es en la noche, las baterías de almacenamiento serían imprescindibles y caras.

Concluyo que, necesitamos que las centrales eléctricas produzcan más energía verde, porque, solamente con placas, no podemos hacer la transición a vehículos eléctricos de forma masiva. Las placas también tienen un coste de fabricación y de desecho.

Hay gente que dice que fabricar un vehículo eléctrico contamina demasiado (algunos dicen que tanto como mantener uno de gasolina toda su vida). No tengo autoridad ni conocimiento para discutirlo, pero no me parece realista. Me suena a bulo, pero lo digo desde el cuñadismo. La combustión de gasolina o gasoil, genera muchas toneladas de CO2. Me cuesta creer que fabricar una batería de litio contamine más. También he oído decir, que cambiar la batería cuesta más que el coche nuevo, lo cual no es cierto. La verdad, es que me siento a merced de la industria automovilística, que nos vende lo que le interesa y que no está exenta de escándalos.
Ya existe la tecnología para reciclar las baterías de litio, y parece que no es un material escaso. No soy ningún experto en todo esto, no voy a defender el vehículo eléctrico a capa y espada, pero la sensación que tengo al cargarlo con placas solares, es muy satisfactoria. La independencia que me hace sentir, es muy positiva. Tengo la sensación de estar haciendo lo correcto. En internet he visto que existen papers sobre el CO2 de producción, así como de la gestión de las baterías. Los quiero ir leyendo. He leído que cuando la batería del vehículo deja de ser buena para moverlo, se puede reciclar al 80% para construir dispositivos portátiles, smartphones, etc. Espero que la industria se comprometa para que este reciclaje se ponga en práctica. Aquí se necesita economía circular.

Respecto al miedo a quedarme tirado sin batería, es cierto que, si voy a hacer un viaje largo o que implique muchos kilómetros de subida, me gusta planificar un poquito la ruta, y tener en cuenta los posibles puntos de carga que puede haber. Es un poquito aventura, sobre todo, porque juego a intentar hacer ciclos de carga grandes, pero saludables para la batería (esperar a cargar cuando me queda 20% y que solo cargue hasta 80%). Me gusta, es emocionante. Esto es en el caso de viajes largo, ya que en nuestro día a día, con 400km de autonomía, jamás nos quedamos cortos. Lo más que hacemos son 120km diarios, o 150km a todo meter. En el aparcamiento de la ULL tenemos puntos de carga gratuitos de 10 Kwh, aunque intento no usarlos, para tirar de mis placas solares.

Sin esfuerzo, me estoy aprendiendo el porcentaje de batería que me consumen los trayectos habituales: ir de cada a la oficina es un 19-25% en la ida y un 10-14% a la vuelta. Visitar a la familia, desde mi casa, es un 6-8% (ida y vuelta). Visitar a los amigos, es un 10% a la ida, y un 15% a la vuelta. Hacer la suma para los trayectos habituales, ya no me supone ningún esfuerzo ni planificación. Además, conozco bien los puntos de carga disponibles en todas esas zonas, los que son gratis, los que no, los que suelen estar disponibles, su potencia…

Hace poco subí al Teide (la carretera llega hasta los 2200 metros sobre nivel del mar), desde el sur de la isla, desde San Isidro. El consumo fue del 30%, desde San Isidro hasta el Parador Nacional. Luego, un 7% más, hasta llegar a Izaña. Desde Izaña hasta el parque marítimo de Santa Cruz, el coche recuperó un 11% de batería. Es decir, con el coche cargado al 80%, se puede dar la vuelta a la isla, incluso pasando por el Teide. Estos consumos son con un modo de conducción suave y con 3 o 4 personas en el coche (nadie se mareó). Si fuera en modo rally, acelerando fuerte en las curvas, no creo que la batería llegase para tanto.

Desde San Isidro hasta Garachico, consumió 26%, subiendo por Santiago del Teide y tomando la autovía nueva, del Tanque hasta Icod. En otra ocasión, tomamos la carretera antigua de curvas, del Tanque a Garachico, y el ahorramos un 7% en batería, frente a ir por la autovía. Al ser una bajada más pronunciada, recargar más. Desde Garachico hasta Los Gigantes, bajando por Tamaimo, el consumo fue de un 18%, porque se recupera mucho en la bajada, de la cumbre hasta el mar.

Al poder ver en tiempo real el consumo de kw/h, y verlo cambiar conforme aprieto o suelto el acelerador, me doy cuenta de qué es más eficiente o menos, en términos energéticos. El coche consume mucha más energía si acelero en subida, que en llano. Mantener la velocidad en llano tiene un consumo muy bajo. En las bajadas, la aerodinámica del coche hace que se embale, rodando a gran velocidad, sin consumo energético. Por ello, lo que menos consume es aprovechar la inercia que proporciona la pendiente de la carretera: dejar que el coche aumente de velocidad en la bajada y dejar que pierda velocidad en la subida. Es decir, que mantener una velocidad constante en autovía, es bastante ineficiente, porque eso te obliga a frenar en bajada y acelerar en subida. Aunque el coche viene con la opción de fijar la velocidad de crucero, es una conducción ineficiente. Por otra parte, cuando hay mucho tráfico, hay que frenar más veces y volver a acelerar para recuperar velocidad, lo cual es más ineficiente. Por esto, me doy cuenta de que la conducción que hacemos los humanos es bastante ineficiente. Cuando los coches fueran todos automáticos, podrían comunicarse entre sí, podrían conocer bien el trazado de la carretera, con datos precisos sobre la pendiente, y así podrían llevar los vehículos a las velocidades óptimas en términos de consumo energético. Mientras conduzcamos los humanos, tiene sentido mantener la velocidad para ser más predecibles ante los demás conductores. Si conduzco con la autopista vacía, en la madrugada, puedo alcanzar 150 km/h, en una recta en bajada, con muy poquito consumo. En cambio, en subida lo puedo aminorar hasta 85 km/h. Obviamente, no conduzco así cuando hay tráfico, por precaución y para no fastidiar a los vehículos de gasolina, para que no tengan que cambiar a una marcha más corta.
El hecho de ver en tiempo real el consumo energético, el impacto de mi estilo de conducción y del kilometraje, me hace mucho más consciente de lo que estoy contaminando, cuando me subo a uno de gasolina. Resulta que hago muchos más kilómetros de lo que pensaba (con razón escucho tantos podcasts). Me estoy sensibilizando aún más con el coste de desplazarme, pero, a la vez, me siento menos culpable si conduzco el eléctrico.

Me he dado cuenta de que las carreteras están diseñadas para vehículos de combustión, porque en las bajadas muy pronunciadas, de las carreteras secundarias, siempre hay mucho zigzag en el trazado, para evitar que los frenos se calienten. Con un vehículo eléctrico, si la bajada fuera más recta, el freno regenerativo produciría mayor recarga de energía, mientras que la subida podría ser a velocidad constante. Acelerar en las curvas, algo típico y necesario en carreteras de montaña, tiene un consumo mayor que si el trazado fuera recto, si hablamos de vehículos eléctricos.

Si vives en ciudad, cualquier modelo de los urbanos (4 plazas), que están diseñados para eso, te va a encantar. Consumen poquísima batería. Los precios de los vehículos han subido tanto que, en algunos casos, el eléctrico sale más barato que el de gasolina. En mi caso, mis viajes requieren autovía y carreteras secundarias en mal estado, por lo que decidí pagar más por un coche más seguro, más pesado, diseñado para todo tipo de viajes. Si puedes ir al concesionario de la marca que te gusta, y conseguir que te presten el vehículo de prueba, te vas a enamorar de su conducción.

Hasta ahora, mi experiencia es excelente y emocionante. Dadas mis circunstancias, apostar por el vehículo eléctrico, parece haber sido lo correcto. Quiero pensar que, quienes estamos adquiriendo vehículos eléctricos, en cierta forma contribuimos a que bajen de precio. Quizá estoy equivocado, quizá el futuro es el hidrógeno, no lo puedo asegurar. Teniendo la suerte de poderlo cargar en casa, y además, con energía verde, estoy bastante satisfecho, por ahora.

Recientemente, he escrito un artículo sobre los bugs del software, que hacen de la experiencia un problema, en ciertas situaciones.

Más allá del software, hay una parte decepcionante en toda esta historia, y es que, para llegar a cero emisiones en los próximos años, me parece que la solución no será el vehículo eléctrico. Podría serlo, pero, necesitaríamos fusión nuclear o alguna otra fuente de energía limpia masiva. De lo contrario, con lo que consume un vehículo eléctrico, tendríamos que llenar todos nuestros tejados de placas solares, y aún así, no podríamos cargar todos los vehículos, todos los días. Pensaba que el vehículo eléctrico era un camino crucial para frenar las emisiones, pero, no. Necesitamos cambiar nuestros hábitos de consumo y apostar por soluciones de vehículo compartido u otras. Tener un parque de vehículos tan inmenso como el que tenemos en Canarias, con los medios de producción energéticos que tenemos, no me parece sostenible. También necesitamos un mejor transporte público o colectivo. En la transición que se supone que tendremos que hacer (o que estamos haciendo), haber comprado un eléctrico, tiene para mí más sentido que haber comprado uno nuevo de gasolina. Hasta ahí puedo contar.