No hacer viajes en vacaciones tiene una ventaja, y es que, sin cambiar de lugar, de repente puedes percibir la vida de otra manera y comparar. Puedes observar tus pensamientos desde un estado sereno y relajado. Te permite darte cuenta de los condicionamientos del ego ideal, por ejemplo, de cuánto estrés añade en época de trabajo, y que no es realmente causado por el trabajo, sino por su coacción. Las vacaciones hacen que veamos fácil y llevaderas las tareas que antes parecían una carga tediosa y agobiante; tareas domésticas, por ejemplo.

Cuando las tareas más cotidianas y triviales se hacen cuesta arriba, es hora de tomarse unas vacaciones.