Cuando nos aproximamos a un lugar o a una situación que produce una sensación desagradable (o agradable), de repente nuestra percepción del lugar se tiñe de colores condicionados. Cambia nuestro nivel de energía, puede que el latido de nuestro corazón, porque estamos anticipando una experiencia futura, en base a una pasada. El lugar, el olor, la meteorología, las circunstancias… despiertan recuerdos pasados. Es posible darse cuenta de la entrada del pensamiento anticipatorio, como cuando una nube irrumpe el cielo despejado y cubre el sol, oscureciendo todo el paisaje. Conectado con la respiración y observando el pensamiento, esta meditación en movimiento captura el cambio de percepción y así se le puede restar fuerza.