Miro con nostalgia los momentos de despreocupación, de relajación, de paz y diversión del pasado, de décadas pasadas en las que tenía menos responsabilidades, y muchas menos experiencias vividas, como si la ingenuidad fuese un ingrediente imprescindible para el deleite. Antes me preguntaba por qué ya no sentía el mismo placer haciendo la misma actividad o incluso estando en el mismo lugar. ¿Por qué no era la misma sensación?, ¿sería que esos momentos de deleite no podrían volver nunca? Me he dado cuenta de que los momentos de deleite no han faltado nunca, siempre están ahí para ser vividos, solo que ahora las fuentes del gozo son diferentes. Si antes era pasar una tarde jugando en la piscina, ahora puede ser caminar por la playa mientras escucho un podcast o converso con alguien. Cada momento de la vida o cada circunstancia, ofrece momentos memorables, que no son comparables con los de otra época, porque el mundo ha cambiado desde entonces y uno ha cambiado también. Como decía Ortega y Gasset, soy yo y mis circunstancias. Los tiempos pasados no son mejores que los presentes, simplemente son diferentes. En el futuro miraré atrás y recordaré mis momentos de deleite de hoy con nostalgia, pero me daré cuenta de que habré cambiado y estaré agradecido por haber vivido con presencia cada uno de ellos.