Según Daniel Gabarró, el ego idea es lo que nuestro personaje se cree que es, mientras que el ego ideal es lo que se cree que debería llegar a ser. El ego ideal nunca está satisfecho, dice que debería hacer más deporte, alimentarme mejor, ganar/perder peso, ser más productivo en el trabajo, ser mejor amigo, mejor pareja, mejor hermano, mejor tío, mejor hijo,… el ego ideal me compara con otras personas y hace juicios crueles sobre las diferencias con ellos: “no eres suficientemente fuerte”, “no eres suficientemente activista”, “podrías estar sacándole más partido a cada día”, “no eres suficientemente disciplinado”, “no eres suficientemente divertido”. El ego idea es la voz cruel que dice que no somos suficientes. Mete presión para que cada día sea un buen profesional, buen amo de casa, buen deportista, buen meditador, ecuánime, sabio, alegre, con sentido del humor… pero el ego ideal ni siquiera es realista porque no tiene en cuenta nuestro contexto y no reconoce ni pone en valor nuestros logros, sino que siempre está pensando en metas y objetivos.

El otro día me levanté con una inflamación en el pie que me impedía caminar. Era imposible hacer deporte ni cualquier otra cosa que no fuera estar sentado o tumbado. El ego ideal no se sentía con poder ni credibilidad para acusarme por estar sentado y lo que sentí fue una gran liberación; de repente la prisa y la exigencia del día a día desapareció. Me limitaba a hacer lo que podía, sin reproches por parte del ego ideal. Fueron unos días muy relajantes y además fueron muy productivos en cuanto a escribir mi libro.

La caída del ego ideal es liberadora. Saber apagarlo en nuestro día a día es una clave para vivir más momentos de felicidad. Lo que pensamos que deberíamos de ser, nos encierra en una prisión de obligaciones y exigencias que nos impide disfrutar de todo lo que nos está ofreciendo el presente. Ya somos suficientes, ya estamos bien como somos, ya vivimos una vida perfecta y maravillosa que se nos ha regalado para ser disfrutada. El ego idea es una proyección mental errónea, una percepción incorrecta de la realidad y de nosotros mismos.