Las voces del tirano interior se disparatan cuando vivimos un incidente desagradable en el que no nos sentimos bien (por falta de práctica, nada más) o porque no estamos viviendo el momento presente con presencia, es decir que estamos proyectando hacia el futuro o hacia el pasado. Si todo va bien, si no ha habido ningún incidente complicado, la mejor forma de silenciar las voces es disfrutar lo máximo posible del momento presente. Disfrutar de leer un libro, compartir tiempo de calidad con los seres queridos (humanos o peludos), dar un paseo viendo el cielo, escuchar música, escuchar un podcast, hacer deporte, dar rienda suelta a la creatividad (escribir un libro, un artículo, pintar un cuadro, hacer ñapas de fontanería/bricolaje en casa)…

A pesar de todo esto, cuando cuesta mucho dejar de rumiar sobre lo que podría salir mal en el futuro siempre me queda la opción de confiar en mí, tener fe en mí. Yo elijo confiar en mí, en que me enfrentaré a cualquier reto lo mejor que sepa hacerlo en cada momento.