Si te sintieras fuerte, totalmente seguro y capaz en todas las facetas de subida, serías un idiota insoportable. Serías egocéntrico, sólo te importaría lo tuyo, lo que girase en torno a ti. Para poder empatizar con los demás es necesario haber vivido experiencias difíciles, de esas que dejan una huella que nos hace vulnerables en algún punto. Una marca que nos recuerda que no somos perfectos y que nos necesitamos unos a otros como animales sociales que somos. Las dificultades por las que hayas pasado te permitirán entender a otras personas que estén atravesando por ellas, lo que se traduce en conexión y apertura.

Ser vulnerable no es una debilidad, sino una fortaleza, es un regalo para vivir la vida con humildad y agradecimiento y una llave para conectar con los demás y con uno mismo. Brené Brown habla muy bien sobre el poder de la vulnerabilidad.