Cada conversación es una oportunidad para descubrir al ego idea y al ego ideal, especialmente las conversaciones difíciles o incómodas. El guardar silencio por un momento y pararse a respirar no es solo para las situaciones de conflicto o los discursos sobre un escenario sino para cada interacción con otra persona. Al ser una situación algo tensa, pero lejos de ser extrema, tenemos la oportunidad de practicar la serenidad y la presencia. Reconectar con la respiración nos permite darnos cuenta de cómo opera el personaje y tomar la distancia suficiente como para evitar decir cosas de las que luego nos arrepentimos. Por ejemplo para no prometer algo que no podemos cumplir, para no entregar un “sí” cuando sabemos que deberíamos oponernos. Es una oportunidad para conocer nuestros mecanismos automáticos y defensivos. Es un entrenamiento para las situaciones verdaderamente complicadas o estresantes. La vida es un dojo permanente para quien presta atención hacia afuera y hacia adentro.