Según el formato del evento, me preparo de una forma o de otra. Mis formatos favoritos son aquellos donde hay un intercambio, donde se produce una conversación y hay preguntas, porque así puedo ir directo a lo que aporta más valor a los demás, se me ocurren mejores ideas, reflexiono y aprendo al escuchar. Me refiero a talleres, mesas redondas o charlas donde hay mucha interacción por parte de los asistentes. Si la organización del evento me lo permite, lo que hago es preparar esa interacción con los asistentes mediante preguntas, pequeños juegos o afirmaciones provocativas que les muevan a participar. A veces me he llevado golosinas o una pelota para jugar con los asistentes. Es ideal cuando la sala permite mover sillas y mesas, cuando se pueden hacer círculos para vernos todos o cualquier otra distribución que no sea la típica de mirar a un escenario. El gran error de algunos eventos en los que he participado y que pretendían ser colaborativos y participativos, ha sido organizarlos en salas de cine donde las butacas no se podían mover. Si además cualquier persona puede levantarse y dibujar en una pizarra o flipchart, ya es perfecto para poder expresar cualquier idea. Típicamente se trata de un tema sobre el que he hablado más veces y tengo experiencia, por lo que no me tengo que preparar un discurso, sino que me llevo una lista de puntos que quiero tratar y eso es toda la preparación que necesito. Casi que dedico más tiempo a pensar en cómo será la interacción que a los contenidos.

Ahora bien, a veces me invitan a dar una charla típica donde solamente hablo yo y se espera que la gran parte del tiempo hable yo, o incluso una keynote donde solamente hablo yo. Estas sesiones me llevan mucho más tiempo prepararlas, en el caso de las keynotes me llevan meses. Para una keynote dedico semanas a ir recopilando ideas (suelo usar evernote o notion) sobre los temas que me gustaría tratar, sin ningún tipo de hilo conductor específico. Cuando ya no se me ocurren suficientes conceptos o ideas que quiero transmitir, redacto el guion de lo que será la keynote o la charla. Calculo las palabras en función del tiempo que tengo. Se dice que las personas al hablar utilizamos entre 170 y 190 palabras por minuto. En mi caso la experiencia me dice que como soy lento y hago pausas, mi velocidad está sobre las 170 palabras por minuto. Si me dan 30 minutos para la keynote, yo ya sé que mi guion escrito no puede excederse de las 5100 palabras.  Esto es clave para no pasarme con el tiempo en el escenario. Si preparo algún numerito para la apertura o el cierre, entonces reduzco el número de palabras aún más. Trabajo el guion durante varias semanas y cuando tiene una forma que me gusta, me pongo a ensayarlo en voz alta, leyendo. Al leer en voz alta me fijo en las sensaciones que me produce escucharme pronunciando el discurso. Siempre quiero cambiar cosas, aprovecho a hacer cambios en palabras y expresiones porque se percibe diferente escuchado que leído. Lo que busco es luego sentirme cómodo en el escenario. Ensayo el discurso más veces y sigo haciendo cambios. Cuando quedan pocas semanas para la keynote, mi objetivo es tenerlo bien memorizado porque eso hace que luego en el escenario parezca que hablo más natural y puedo jugar un poco a actuar (cosa que me cuesta mucho), a jugar con variaciones en el tono y el volumen de la voz… (esto aún me cuesta mucho). En un discurso importante no quiero decir cosas de las que luego me arrepienta, por eso lo ensayo tanto. Mi objetivo es impactar con el mensaje, que la atención se centre en el mensaje y no en fallos que cometa. Cuanto más lo ensayo mejor sale y si luego la charla la doy varias veces, sale mejor cada vez. En mi opinión, los mejores discursos de los grandes oradores son los que se han recitado miles de veces. Durante el proceso de redacción del guion, a veces se me ocurren ideas para poner en las diapositivas (si es que voy a  usar diapositivas) y las anoto. Las diapositivas me sirven como migas de pan para acordarme del camino que tengo que seguir durante la ponencia. Son un pequeño respaldo por si me quedo en blanco y pierdo el hilo conductor. Utilizo pocas y sin texto o con poco texto. Intento que refuercen el mensaje que quiero transmitir, que no le quiten protagonismo y yo no pierda el hilo teniendo que pasar diapositivas, por eso uso pocas.

Me inspiro en oradores que me gustan y trato de copiar todo lo que me llama la atención. Siempre me gusta mencionar a Angel Lafuente porque sus reglas para hablar con eficacia me han sido tremendamente útiles y su estilo me gusta.