future ahead

  • ¿Qué cambio estás intentando provocar?
  • ¿Para qué? ¿Por qué? ¿Para quién?

Empieza con el por qué; gran mensaje de Simon Sinek en la segunda charla TED más vista de todos los tiempos. Si no tenemos muy claro el objetivo, el destino, no llegaremos a ningún sitio. Séneca decía que ningún viento es favorable para el barco que no sabe a dónde va. El primer paso hacia el cambio empieza por responder con honestidad estas preguntas.

Las personas cambiamos cuando la perspectiva de futuro es mejor que el presente. Por eso la narrativa con la que hablamos del futuro es tan importante, la forma en que contamos la historia es lo que permite conectar con los demás. No se trata de mentir sino de saber hacer énfasis en aquellos elementos con son más atractivos para la otra persona, pensando en positivo. Esto requiere ingenio y pensamiento lateral. Y sobre todo requiere empatía cognitiva.

Este tipo de empatía consiste en meterse en la mente de la otra persona, con todos sus valores, sus prejuicios, sus miedos, sus sueños y demás emociones. Cargamos una mochila de vivencias que condicionan nuestra visión del mundo. Al contrario de lo que se suele pensar, no se trata de que yo me ponga en la situación de la otra persona sin más. Pongamos el caso de una persona que es cabeza de familia, con hijos pequeños, que acaba de perder su empleo en un sector con mucho paro. Empatizar con ella no significa que yo con mis valores, prejuicios, deseos y miedos me ponga en su situación y trate de ver cómo me siento. Se trata de quitarme mis gafas de ver el mundo y ponerme las suyas, pensando y sintiendo como esa persona piensa y siente. Y desde ahí darme cuenta de que bajo esa perspectiva el comportamiento de esa persona es totalmente lógico. Mientras el comportamiento del otro nos parece ilógico o incomprensible, nos está faltando empatía cognitiva. Existen otros tipos de empatía como la que se produce mediante las neuronas espejo, pero no es esa de la que estoy hablando. Meterse en la mente de otra persona requiere una profunda motivación, cariño, auténtica curiosidad y ganas de aprender a ver la vida como lo hace esa persona. Es una tarea que puede llevar años. Una vez situados ahí podemos empezar a construir la narrativa sobre el futuro adecuada para cada persona, motivando que el cambio parta de ella misma. Puesto que el cambio requiere mucho tiempo y energía, es muy importante tener claro qué cambios merece la pena luchar porque la vida es breve.

A nadie le gusta que le cambien, las personas cambiamos cuando pensamos que la decisión del cambio parte de nosotros mismos. Pese a que esta percepción es a menudo irreal ya que estamos sujetos a la influencia de múltiples factores como la cultura, la educación, la familia y los amigos, las circunstancias. A veces cambiamos porque sucede algún evento trágico en nuestras vidas. Pero cuando pensamos que tenemos el control y la autonomía para cambiar es cuando nos sentimos contentos de hacerlo. Es cuando se puede producir un cambio profundo y duradero. Si el cambio viene forzado por una orden de otra persona es probable que no se llegue a producir (aunque te digan que sí) o que tenga consecuencias destructivas.

Los seres humanos somos irracionales. Todo el mundo cree que su pensamiento es lógico, que tiene sentido y puede explicar el por qué de sus motivaciones. Salvo personas con enfermedades mentales severas, cada persona encuentra un sentido a lo que hace. El cerebro simplifica la realidad para que podamos entenderla y sobrevivir en el mundo, construyendo modelos y patrones que nos permiten clasificar y procesar la información. Pero la realidad no es lo que vemos ni percibimos, cada cual ve su realidad. Para encontrarle sentido a nuestro mundo, el ego se interesa por la información que refuerza nuestras creencias (sesgo de confirmación), y rechaza las opuestas. Por eso preferimos leer un libro de una ideología afín y evitamos leer uno que pueda poner en duda nuestros esquema de creencias.

Desde una posición de “mi planteamiento es lógico y el tuyo no”, no cambiaremos a nadie. No se trata solo de cómo lo expresemos sino que de verdad lo pensemos. En ese juego hay un ganador y un perdedor, mi visión contra la tuya. Desde ahí las personas no nos sentimos reconocidas, ni entendidas de verdad.

“Me estas tratando de convencer de que tus ideas tienen más sentido que las mías pero no me entiendes porque no llevas las mismas gafas de ver el mundo que llevo yo. No me ves como yo me veo a mí y como veo la vida.” 

Esa persona sabe que está siendo juzgada. Es inevitable que juzguemos a los demás porque el cerebro lo hace tan rápido que ni nos damos cuenta. Es condición humana ver primero nuestras diferencias con los demás que las coincidencias; “es más guapo, más feo, más fuerte, más gordo, más delgado, más inteligente,…” No podemos evitar que se produzca ese juicio immediato pero sí podemos elegir ignorarlo, dejarlo fuera de la conversación y de los pensamientos a la hora de tratar a los demás. Al mismo tiempo necesitamos aceptar que también estamos siendo juzgados cuando nos exponemos a un proceso de cambio, que es natural. Una de las mejoras herramientas que existen para comunicarnos sin juicio es la Comunicación No Violenta.

La clave del cambio es llegar a ver al otro de verdad, con todo su equipaje. Cuando el otro se sabe reconocido entonces puede querer subirse a nuestro barco porque juntos decidimos el rumbo que ponemos hacia un destino mejor.

El líder es aquella persona que consigue que los demás quieran subir a su barco y remar juntos por voluntad propia, sin forzar a nadie. Así lo explica Daniel Gabarró en Liderazgo Consciente.

En relaciones difíciles las conversaciones sobre el cambio no funcionan si son demasiado directas. “Explícame, ¿por qué has suspendido el curso?”, ¿por qué no te pones a trabajar?”¿Por qué has dejado ese trabajo?”. Ser tan directos ante cuestiones delicadas provoca que la otra persona se cierre a la defensiva. En relaciones familiares y laborales difíciles, no podemos abordar la conversación de frente sino en diagonal. Compartiendo tiempo juntos, momentos buenos y conversando sobre cosas sin importancia. Poco a poco, los temas importantes irán saliendo a la luz sin forzarlo, en pequeñas dosis. Así podremos ir aprendiendo a sentir como siente el otro.

Es muy importante mirar a los ojos durante la conversación y permitir que haya silencios. El silencio permite crear espacio para la reflexión y la respiración consciente. También contribuye a provocar una tensión sana que mantiene viva la atención. Es importante que la conversación se produzca cuando se reúnan las condiciones adecuadas para que ambas personas se sientan receptivas a escuchar y comunicarse. Es contraproducente iniciar la conversación cuando una de las dos está estresada porque dispone de poco tiempo, o cuando hay mucho ruido en el ambiente, temperatura extrema o no hay intimidad, es decir, hay personas escuchando que no deberían… hay que elegir el momento adecuado para la conversación y cuidar que solo estén las personas que deben estar, nadie más.

Uno de los principales motivos por los que no cambiamos es el miedo. Todo el mundo tiene miedo a algo. El miedo es una herramienta útil que nos da información para mantenernos con vida. El cerebro reptiliano se encarga de decirnos “quédate en casa que estas mejor”, “quédate en tu trabajo que es estable y no está tan mal”, “mejor no digas nada”, “no saldrá bien”, “¿qué van a pensar de ti?”, “no vales lo suficiente”, “no das el nivel”, “este año no, mejor el próximo”. Su función es mantenernos vivos en un entorno hostil. Sin esa parte del cerebro no estaríamos aquí. Aunque tiene su utilidad, el mundo en que vivimos hoy no tiene los peligros del paleolítico por lo que entrar en pánico nos limita. Entre la emoción y la acción tenemos un espacio para respirar donde la parte frontal del cerebro tiene la oportunidad de decirle a la amígdala, “gracias por tu consejo pero ahora no es eso lo que necesito”. El espacio entre la emoción y la acción es algo que trabaja mucho Rosa Elvira González en sus formaciones y algo que también he escuchado de líderes de éxito como Roberto Canales. No es fácil, lleva toda una vida. Pero ciertamente comprender nuestro cerebro primitivo, el hecho de que es humano, es una ayuda para empezar a caminar hacia ese lugar. Entender cuándo el miedo de los demás está actuando para bloquearles es fundamental para ayudarles a vencerlo.

El líder es seguido cuando hace que los demás se sientan seguros, mostrando un camino en el que no hay miedo.

Uno de nuestros mayores miedos es la ira del tirano interior, como díría Hana Kanjaa en su gran libro. Todos cargamos en la mochila la marca de la vergüenza que alguien nos hizo sentir en algún momento. Pensamos que tememos a la situación del exterior, pero en realidad a menudo es miedo a la voz de ese personaje interior que nos sabotea. La que te dice que no eres suficientemente. Que deberías ganar más dinero, tener un puesto más alto en la empresa, ser más fuerte, estar más delgado, ser más guapo, más inteligente, ser más constante, más valiente…  Es hora de decirnos que ya somos suficiente, como dice Brené Brown en su gran charla TED, el poder de la vulnerabilidad.

En algún lugar leí que por nuestra mente pasan muchos más pensamientos negativos que positivos durante el día. Tiene sentido de cara a la supervivencia en el paleolítico.  Podemos elegir no subirnos al tren de los pensamientos negativos. No es fácil en absoluto, pero es posible. Hace poco escuché una poderosa frase que se me quedó grabada: “Donde hay amor, no hay miedo” – resulta ser una frase bíblica.

Más allá del miedo, la motivación intrínseca se compone de otros factores como los sueños, los deseos. Y también emociones que asociamos como negativas pero que son extremadamente útiles y necesarias para mantenernos motivados el tiempo que haga falta hasta cambiar las cosas. Si el Dr. Martin Luther King hubiera sido blanco, su motivación para provocar el cambio en la sociedad no hubiera sido la mismo. El Dr. Luther King tenía un sueño, pero también sufría todo tipo de maltrato con sus consecuentes emociones negativas.  Esto no significa que haya que infligir castigo en los demás para que cambien, eso sería un jefe tirano y no un líder. Lo que significa es que si entendemos las emociones negativas de los demás podemos hacer palanca con ellas. Por otra parte sus sueños son lo que nos permite co-crear ese atractivo futuro. Sobre el impacto de las emociones en el cambio aprendí leyendo el libro A Beatiful Constraint.

El dilema del coste hundido también juega un papel importante en la toma de decisiones; en algún momento del pasado hicimos una inversión y nos anclamos a aquel esfuerzo pese a que es inútil para el futuro. Por haber gastado un tiempo o un dinero, seguimos gastando más tiempo o más dinero o simplemente perdiendo oportunidades. ¿Cuál es el coste hundido que impide el cambio en la persona en que lo buscas? ¿podemos explicarle que aquel regalo del pasado ya no sirve para el futuro? ¿que el pasado es pasado?

Todo esto aplica tanto al cambio en los demás como al cambio interior, al de tí mism@. Si el cambio que buscas es en tí, además hay otra poderosa pregunta que añadir a las de arriba:

  • ¿En quién te quieres convertir?

En lugar de pensar qué quieres cambiar de tí, piensa en quién te quieres convertir. Imagínate como piensa esa persona que quieres llegar a ser, cómo se comporta, cuál es su actitud. Ahora prueba a comportarte como si ya fueses esa persona. Actúa como si ya hubieses llegado a ser quien quieres ser, imitando a ese yo del futuro, porque imitando podemos cambiar nuestro discurso interno y llegar a donde queremos. Ejemplo: si quieres ser un gran conferenciante, súbete al escenario como si ya lo fueses, como si hubieses dado miles de conferencias y tuvieras reconocido prestigio.

Buena parte del contenido de este artículo han sido lecciones aprendidas de Seth Godin mediante sus libros, sus podcasts y por supuesto gracias a altMBA, especialmente a mis compañeros de curso.